lunes, 21 de junio de 2010

Sobre una Foto, un Bar y una Cabeza

Cruzando barreras de feminidad, me tiro en una silla y empiezo a pensar, destapo esa cerveza que me mira al pasar, para explicar cosas que la cabeza no puede contar.
Es una cuestión de inútil e indescriptible sinceridad, con ella en mi boca alguna que otra ilusión se puede escapar. ¿Que queres que te hable de mentira o de verdad? ¿Que te cuente lo que sentí o pensé al tropezar? ¿Qué te mire hablando de que todo puede cambiar? Cuándo todo es tan humano que los cambios nos pueden fastidiar. Así se fueron unas cuantas, en recuerdos y verdades, pensando en tu frente y en barbaridades. Jugando a que miro, sin mirar a nadie. Pensando que alguien puede enamorarme.
Que inútil, me acomodo mejor en mi silla, dejando la poca feminidad en la cartera, totalmente descansada de la educación, busco la posición exacta que me deje pensar, luego hablar, luego pensar, luego hablar y hablar para pensar y pensar. Buscando afirmaciones negativas, buscando salidas a problemas sin mucho merito propio, Recordando que alguna vez hubo un corazón roto, y que cada instante tiene su foto.
Abro la mano con la que sostenía el vaso, levanto la otra y empiezo a contar, Verano, Otoño, Invierno, Primavera, Uno, Dos, Tres, Cuatro, espero, me detengo, cuento de nuevo, Amarillo, Rosa, Violeta, Azul, Verde. Ya, no llego a ningún lugar, porque entre tanta noche y luna algo buscas, volver, no, avanzar, no, quedarse esperar, que esa especie de lagrima se termine de caer, que esa especie de sonrisa se termine de dibujar, que te puedas parar con una brisa que te devuelve la libertad, porque te deshogaste de tan incomoda soledad, de todas las desilusiones e ideas increíblemente imaginarias que podías pensar.
Foto, mesa vaso y cerveza, silla y todo un mundo en la cabeza, que navega por distintos océanos de asperezas, de silencios, mentiras, amores y certezas.

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